‘Última noche en Akureyri’, es un relato corto inspirado en la canción Akureyri de Aitana y Sebastián Yatra.
La luz entra por la ventana y aunque no lo quiera admitir ya se ha hecho de día y debo levantarme, alzo las sabanas y saco un pie lentamente, saco el otro y siento el frío recorriéndome el cuerpo, hace mucho frío así que una vez levantada me pongo corriendo una bata, de esas calentitas con pelo, debo confesarlo pero me encanta la ropa con pelo, es tan suave y calentita. Me dirijo hacía la cocina y me preparo un té calentito, hay que entrar en calor rápidamente.
Estoy triste, hoy es mi último día en Akureyri, ciudad mágica y con un brillo especial, vine aquí hace cinco días para desconectar, realizando excursiones a sitios maravillosos, el paseo por la nieve para ver las Auroras boreales en plena naturaleza, la verdad es que fue impresionante y no tengo palabras para describirlo, sólo puedo decir que es magia, únicamente diré que lo malo es el frío, es un frío intenso que te penetra en los huesos y no te deja moverte apenas, pero merece la pena cada instante, cada paso, cada tiritar, volvería a repetirlo sin duda.
Pero hoy tengo que hacer la maleta y dejar todo preparado, esta noche sale el avión hacía España y será mi última noche en Akureyri, la voy a echar mucho de menos.
De camino al aeropuerto recuerdo porqué vine aquí, estaba triste y quería huir de un desamor, y necesitaba alejarme de él, de todo lo que había a mi alrededor, todas las cosas me recordaban a él y no quería que estuviera en mis pensamientos. Era tan dependiente que no era consciente de que realmente no sabía estar sola, siempre buscaba su atención, que me valorase y que me quisiese, que cuando la relación se rompió y el se marchó todo se vino abajo en segundos, entré en depresión y en un bucle constante de culpabilidad y decepción, que no era capaz de salir de ahí.
Estaba tan hundida en el suelo que no veía las cosas buenas, la esperanza de que con el paso del tiempo uno vuelve a su cauce, y aunque la gente me repetía que todo saldría bien no podía escucharlos ni creerlos. Pero un día me desperté y me dije a mi misma que tenía que levantarme, y empezar a vivir mi vida y pensar en mi. Y aun no se como pero me puse a buscar por Internet, de repente vi la palabra Akureyri, era una canción, pero me llamo la atención porqué descubrí que es una ciudad al norte de Islandia, jamás imaginé viajando hasta ahí, al norte, frío y mucha nieve, cerca del círculo ártico, pero necesitaba alejarme, muy muy lejos, así que busque un billete con dirección Reikiavik, la capital de Islandia, no se que me impulso a comprarlo, pero como una señal del destino vi claro que tenía que ir ahí, y en pocos días estaba rumbo a Islandia y a esa maravillosa ciudad, Akureyri, después cuando llegase ahí sería ir improvisando, dejándome llevar, vivir a la aventura y arriesgar un poco.
Los días en Akureyri pasaron volando, entre excursiones, visitando sitios turísticos, auroras boreales, la penúltima noche decidí quedarme en el pueblo y salir esa noche a cenar y a un pub, ¿Qué pasó? Qué le conocí, ojos verdes profundos, rubio como la nieve, y un carácter aventurero y despreocupado, que hizo que todo lo de mi alrededor ya no tuviera sentido. Sabía que era mi último día y que seguramente no lo volviese a ver jamás, pues me volvía a mi país, pero me deje llevar y empezamos hablar y a conocernos, y no se como pero en ese poco tiempo me enamoré de él, y yo que no soy de creer en el amor a primera vista, ni en películas, pero con él fue diferente, conecté de una manera tan especial, encajamos como un puzzle, como si me hubiera faltado una pieza en toda mi vida y la acabase de encontrar en ese lugar, sin duda fue magia, pero es que en Akureyri todo es mágico y puede ocurrir cualquier cosa. Así que ahí estaba yo sintiendo lo que nunca había sentido por nadie, una electricidad subiendo por mi cuerpo, y muchas ralladas en mi cabeza que no podía parar de pensar, pero aun así fue la mejor noche de mi vida, nos besamos y dormidos juntos en el sofá, estuvimos el resto de la noche hablando en el sofá de su casa y nos quedamos dormidos ahí.
Me desperté con la cabeza apoyada en su brazo, con el pelo despeinado pero con una sonrisa de oreja a oreja, era feliz pero sabiendo que esa felicidad se acabaría en poco tiempo. Cuando nos levantamos los dos estuvimos hablando y quedamos en que mantendríamos el contacto y hablaríamos a pesar de la distancia, no perder esta conexión aunque fuese sólo amistad, y nos despedimos con un beso, un beso largo con sabor amargo, con mil nudos en la garganta y en el estomago, y como no lágrimas en los ojos, pero sé que no es un para siempre, sino un quizás, porque sólo quizás en un futuro nos volvamos a encontrar y entonces estaremos juntos..
Al menos me quedo con lo bonito, con ese amor verdadero, con esas risas, abrazos y besos, y ver la nieve caer mientras bailábamos. Saber lo que es sentir algo tan profundo por alguien y que no espere nada a cambio, que las cosas improvisadas y sin buscar son las más bonitas y aunque algo sea breve siempre permanecerá en el recuerdo, me quedo con todo eso para siempre.
Estoy ya en el avión apunto de despegar, recordando todo eso y mirando por la ventana, las estrellas en el cielo brillan hoy con más intensidad en esta noche, suspiro y como último aliento digo adiós a Akureyri, con la esperanza de que un día volveré.